Crea un cuento a partir de la siguiente frase: "Cuando el ilustrísimo licenciado Rubalcaba llegó a su casa se encontró con dos sorpresas, la primera fue..."
Las únicas reglas son la extensión, que debe ser de al menos media cuartilla, y la otra que esta frase debe aparecer en el cuento, no importa si es al principio, durante el desarrollo o al final.
Si crean su historia háganmelo saber y prometo dejarles un comment donde me indiquen.
Sin más:
El ilustrísimo licenciado
Rubalcaba
Por Darío Jurado
El ilustrísimo licenciado Rubalcaba, como era conocido en el barrio,
salió del hospital de muy buen talante. Lucía flamante, todo atildado en su uniforme
atávico, incólume, pulcro. No parecía haber nada que ensombreciera a aquella
persona de tan impecable caminar, de tan altiva mirada enfundada en poderosos
ademanes.
Y sin embargo lo hubo.
Todo sucedió aquel mismísimo día cuando el ilustrísimo licenciado
Rubalcaba llegó a su casa y se encontró con dos sorpresas.
La primera fue que la puerta cedió con tan sólo empuñar el picaporte,
este hecho que para la mayoría de personas podría ser nimio, desconcertó por
completo al licenciado, que era un hombre de costumbres y leyes a ultranza;
sobra decir que una de sus máximas era “jamás dejes la puerta de tu hogar sin
llave”. Así que era imposible ante toda su cordura que estuviera abierta por un
descuido u olvido.
El ilustrísimo licenciado de inmediato se puso alerta, sin miedo, con
la seguridad de haber puesto los cinco sentidos al servicio de una sola tarea.
Con sigilo pero con firmeza entró a su domicilio dispuesto a enfrentar la
amenaza. Para su sorpresa todo estaba en orden, era claro que la puerta no
había sido forzada. Su casa se sentía la de siempre, con esa fragancia familiar
de jitomates recién hervidos, sin embargo notaba algo diferente. No podría
haber dicho si eran las cortinas, la alfombra, los muebles, la televisión, la
grabadora, o las diversas fotografías en la mesita de sala donde él se
encontraba acompañado de personas que de momento no se le hicieron conocidas.
Avanzó hacia la habitación humeante con el corazón palpitante. Una
anciana se encontraba de espaldas realizando tareas de cocina. Esta situación
le pareció de lo más extraña, no recordaba haber ordenado a nadie que
contratara una cocinera para esos menesteres. Seguramente su esposa en la
flojera de no atenderlo habría conseguido a aquella viejecilla maltrecha que
ahora volteaba lentamente hacia él.
-¡Arturo! -gritó la viejecita al mismo tiempo que tiraba los trastes
de sus manos. Un remolino de emociones, recuerdos y vivencias hicieron
tambalear al ilustrísimo licenciado al reconocer a su esposa entre los pliegues
marchitos de la mujer frente a él.
Así, en un instante, el licenciado Rubalcaba se había topado con la
segunda sorpresa, al fin había despertado de su coma de 30 años.
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