Marzo: el mes en el que nacieron todas las flores ¡felicidades má!

miércoles, 3 de octubre de 2012

Cuento "El ilustrísimo licenciado Rubalcaba"

Aquí les presento mi entrega a la tarea propuesta en mi clase de creatividad:

Crea un cuento a partir de la siguiente frase: "Cuando el ilustrísimo licenciado Rubalcaba llegó a su casa se encontró con dos sorpresas, la primera fue..."

Las únicas reglas son la extensión, que debe ser de al menos media cuartilla, y la otra que esta frase debe aparecer en el cuento, no importa si es al principio, durante el desarrollo o al final.

Si crean su historia háganmelo saber y prometo dejarles un comment donde me indiquen.


Sin más:




El ilustrísimo licenciado Rubalcaba
Por Darío Jurado


El ilustrísimo licenciado Rubalcaba, como era conocido en el barrio, salió del hospital de muy buen talante. Lucía flamante, todo atildado en su uniforme atávico, incólume, pulcro. No parecía haber nada que ensombreciera a aquella persona de tan impecable caminar, de tan altiva mirada enfundada en poderosos ademanes. 

Y sin embargo lo hubo.

Todo sucedió aquel mismísimo día cuando el ilustrísimo licenciado Rubalcaba llegó a su casa y se encontró con dos sorpresas.

La primera fue que la puerta cedió con tan sólo empuñar el picaporte, este hecho que para la mayoría de personas podría ser nimio, desconcertó por completo al licenciado, que era un hombre de costumbres y leyes a ultranza; sobra decir que una de sus máximas era “jamás dejes la puerta de tu hogar sin llave”. Así que era imposible ante toda su cordura que estuviera abierta por un descuido u olvido.

El ilustrísimo licenciado de inmediato se puso alerta, sin miedo, con la seguridad de haber puesto los cinco sentidos al servicio de una sola tarea. Con sigilo pero con firmeza entró a su domicilio dispuesto a enfrentar la amenaza. Para su sorpresa todo estaba en orden, era claro que la puerta no había sido forzada. Su casa se sentía la de siempre, con esa fragancia familiar de jitomates recién hervidos, sin embargo notaba algo diferente. No podría haber dicho si eran las cortinas, la alfombra, los muebles, la televisión, la grabadora, o las diversas fotografías en la mesita de sala donde él se encontraba acompañado de personas que de momento no se le hicieron conocidas.

Avanzó hacia la habitación humeante con el corazón palpitante. Una anciana se encontraba de espaldas realizando tareas de cocina. Esta situación le pareció de lo más extraña, no recordaba haber ordenado a nadie que contratara una cocinera para esos menesteres. Seguramente su esposa en la flojera de no atenderlo habría conseguido a aquella viejecilla maltrecha que ahora volteaba lentamente hacia él. 

-¡Arturo! -gritó la viejecita al mismo tiempo que tiraba los trastes de sus manos. Un remolino de emociones, recuerdos y vivencias hicieron tambalear al ilustrísimo licenciado al reconocer a su esposa entre los pliegues marchitos de la mujer frente a él.

Así, en un instante, el licenciado Rubalcaba se había topado con la segunda sorpresa, al fin había despertado de su coma de 30 años.

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