El beso
Por Darío Jurado
Todo fue de súbito. Me rodeó con sus brazos y acercó mi
cuerpo hacia el suyo. Su lengua entró furiosa y comenzó a recorrer mis entrañas
mientras mis ojos atónitos contemplaban la escena. Era una danza desordenada y
húmeda, su saliva inundó mi ser y mojó eternamente mis labios y mejillas. Me
besó impetuosamente con la desesperación de querer poseerme, de tenerme por
siempre en un solo instante... el descenlace fue un beso perenne e inextinguible.
Al fin nos separamos. Contemplé con horror la cara del
anciano decrépito frente a mí.