Marzo: el mes en el que nacieron todas las flores ¡felicidades má!

jueves, 30 de agosto de 2012

Los caballeros no tenemos memoria

Hoy fue uno de esos días "productivos" para mi, aún me dio tiempo de escribir un pequeño cuento para aumentar mis publicaciones agostinas (sí, ya sé que no se dice así, pero suena re-te-bonito para lo relativo a agosto ¿no?) Sin más:




Los caballeros no tenemos memoria
Por Darío Jurado


Cerré la puerta del baño. Dios mío, si era excelso como ella, todo blanco, reluciente y con acabados en alabastro; juro que nunca en mi vida había observado tal pulcritud, seguramente podría haber comido sobre sus pisos sin temor a que alguna infección atacara mi estómago.

Al entrar al cuarto casi olvidé el motivo de mi visita, tal vez por la perjura de romper aquel sortilegio inmaculado. Volví a la realidad cuando noté la única discordancia en aquella habitación y vaya que era excepcional: no había papel de baño, me cercioré de ello buscando en cada escondrijo posible, el hecho es que en su lugar encontrábase un montón de libros escrupulosamente acomodados por temas y autores.

Imaginen mi sorpresa al notar que esto no era un descuido, sino un sistema cuidadosamente calculado para elegir la obra de preferencia y proceder a utilizar sus páginas para limpiarse el culo una vez terminada la faena. Llegué a esta conclusión después de revisar detenidamente la pila y notar los capítulos mutilados de libros de autores que no nombraré porque los caballeros no tenemos memoria.

 Sí que me encontraba ante la situación más extraña e incómoda de la vida, ya que como es ustedes saben, hay ediciones que usan papel de calidad dudosa, y no sólo eso, algunos son más ásperos y rugosos que la misma corteza de un árbol.

No hubo más que aceptarlo, como dicen en occidente, “el show tiene que continuar”, y ¿cómo no? Si yo solo me había metido en esta mierda, si ustedes me entienden.

No les hablaré de las demás incidencias de aquella noche que fueron hartas y probablemente aún más indecentes. Básteles saber que esa noche aprendí una lección muy valiosa y que ahora quiero compartir con ustedes: dadas las extravagancias mujeriles contemporáneas les recomiendo siempre cargar con el libro de…. ¡oh Dios mío! Pero qué estoy haciendo, como les decía, los caballeros no tenemos memoria.   

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